12 de enero de 2009

Lo que la píldora del día después no provoca

El tema de la píldora del día después puede ser tomado desde distintos puntos de vista; legal, de salud pública, religioso, etc. y dar lugar a que cada uno de cuenta de una posición en la vida. Yo defiendo el derecho a poder dar cuenta de esa posición, a permitirle a cada una de estas posturas discutir entre sí.

No quiero entrar en el dilema de si la PAE (píldora anticonceptiva de emergencia) es abortiva o no, de si la vida comienza con la fecundación o la implantación, de si a los 2 días o las 12 semanas, etc. Esto es algo que ha ido cambiando con los tiempos y de seguro seguirá cambiando y cada sociedad tendrá que encontrar su manera de colocar estas respuestas donde mejor le parezca. Pero hay que hacerlo. He ahí mi punto respecto a lo que genera la PAE o más bien lo que debiera provocar. Lo que más lamento de su rechazo es nuestra imposibilidad de sentarnos a discutir. Cada uno saca su publicación científica de si impide o no la implantación y nos perdemos en eso. Evidentemente, que es un punto a aclarar pero bajo mi perspectiva eso no cambia ciertas cosas.

Pienso que el tema de la anticoncepción en general, nos enfrenta a la complejidad de la vida pero también de la muerte. Nos enfrenta a la idea del amor pero también de la violencia. Nos enfrenta al ser humano en toda su dimensión. Esto es, seres tratando de encontrar un camino, una posición. Sabemos que nuestras elecciones en la vida muchas veces están llenas de violencia y ni siquiera las vemos. Vivimos día a día llenos de gestos de violencia y vamos tratando de encontrar la mejor manera como sociedad para que no sean estos actos violentos los que se instalen pero sabemos que muchas veces, la violencia está, querámoslo o no. En un golpe, en una violación, en un insulto, en un accidente, etc. El punto es saber qué hacemos con esta violencia, cómo la manejamos, cuánto de ella vamos a permitir para poder ser una sociedad que logre convivir y sobrevivir.

Porqué un padre es capaz de violar a su hija tal vez es algo que nunca lleguemos a entender bien, pero sí hemos llegado como sociedad a decir que es un acto violento y sancionable. Pero no soportamos como sociedad decir que tal vez hay que hacer otro acto, como tomar la PAE, para que ese delito no se transforme en algo que instale no sólo la violencia en esa chica sino también la posibilidad de un embarazo que viene a dar cuenta en lo real de ese acto violento y sancionable.

Este es el argumento más fácil y que tal vez más eco podría tener en nuestra sociedad hoy ya que sería responder con un acto (tal vez violento) a un acto que ha sido reconocido por nuestra sociedad como violento, la violación y el incesto. Pero ni siquiera esto se discute. No ponemos en juego a nuestra sociedad con toda su dimensión contradictoria e indeseable. Todo queremos disfrazarlo y tratar de arreglarlo con palabras que de fuera suenan lindas “la vida sobre cualquier cosa” pero que vivirlas en todo lo que implican a veces están mucho más llenas de muerte que de vida; de rabia, que de amor; de trauma, que de dolor.

No somos pura biología y naturaleza. Estamos atravesados por la palabra y por una cultura que nos define y es a través de esta palabra que tenemos que ser capaces de resolver nuestras pequeñas violencias de cada día. Definir lo que estamos dispuestos a tolerar o no. Si a una chica se le olvida una pastilla anticonceptiva, ¿la vamos a sancionar con el embarazo? ¿Si se rompe un preservativo, si se tiene sexo desprotegido diremos “Debieron haberlo pensado mejor antes de hacerlo”? ¿Ese es el castigo que queremos dar nosotros como sociedad? ¿La sanción frente a la irresponsabilidad o el descuido será el embarazo no deseado?

¿Por qué queremos limpiar en las políticas de salud sexual y reproductiva toda la violencia que vivimos alrededor?
Preferimos no ver que la violencia está instalada mucho antes que el gesto de tomarse una pastilla, y combatimos con todas las fuerzas y sin discusión, algo que sólo pone en juego nuestro lugar como sujetos. Sujetos sexuados, sujetos expuestos a errores, sujetos que necesitan encontrar entre sí un punto de encuentro para aprender a convivir.

Este es el punto que tenemos que encontrar como sociedad y para eso es necesario abrir los temas sin actos reflejos de negación hacia la posición del otro.


Macarena Silva Solari
Psicóloga Clínica
Centro Clínico y de Investigación Templanza

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