Durante el embarazo, el cuerpo de una mujer soporta muchos cambios, pudiendo ser algunos de estos bastante incómodos y cansadores. Una vez que el bebé nace, que es el período conocido como puerperio, la mujer se hace responsable del bienestar de una persona muy vulnerable, con grandes demandas inmediatas de atención y cuidado. Aún cuando el recién nacido haya sido largamente esperado y deseado, traerá consigo grandes cambios a la vida de la madre, que pueden resultar estresantes.
Es normal sentirse cansada y desanimada por algunos días luego del parto, y hay que distinguir esto, conocido como “baby blues”, de la depresión postparto propiamente tal. Esta última es un estado en que aparecen síntomas tales como ánimo depresivo, no tener ganas de hacer nada ni disfrutar nada, falta de energía y sentimientos de culpa. También aparece llanto fácilmente, alteraciones del sueño, irritabilidad, rechazo por el bebé y reticencia a asumir sus cuidados. Las madres presentan muchos temores en relación a sus hijos, algunos irracionales, como que tenga alguna enfermedad o que no sea de ella.
Esta situación puede ser muy dolorosa, ya que afecta a la mujer misma, su pareja y sus hijos.
Uno de los factores que influencian esto son las hormonas sexuales. Éstas fluctúan a lo largo de todo el ciclo reproductivo y hay etapas, como el postparto en que las fluctuaciones son mas intensas, y esto tendría relación con el ánimo.
Es importante considerar junto a esto que el momento de ser madre es uno de los más significativos para la mujer por todo lo que implica y por todo lo que actualiza de su propia historia, y por el tremendo cambio que significa la llegada de este nuevo ser. También el ser madre confrontará a las mujeres a aspectos desconocidos e inesperados de sí mismas. Es por lo anterior que psicológicamente el postparto es también un momento especialmente vulnerable.
Es necesario abordar entonces este tema considerando los distintos aspectos que conforman a las personas, con una mirada integradora y abierta para ver lo particular que se manifiesta en nuestro paciente.
Entre los factores de riesgo más importantes para la depresión postparto son: antecedentes de depresión personales o familiares, depresión o ansiedad en el embarazo, conflicto marital, apoyo social insuficiente, ambivalencia frente al embarazo y eventos vitales intensos y/o numerosos. Factores más específicos son problemas con la lactancia, bebés de bajo peso al nacer y uso de tabaco en el embarazo. En estudios chilenos se ha visto mayor número de depresiones en niveles socioeconómicos más bajos, y en madres solteras o separadas.
Muchas veces la depresión postparto no se detecta porque la madre no consulta -debido a los mismos temores o culpas que tiene- y también porque el sistema de salud puede estar centrado en la salud del bebé. Esto se ha buscado minimizar aplicando escalas de evaluación de depresión para las madres en los controles de niño sano, lo cual permite pesquisar bastantes casos que de otra manera hubiesen pasado desapercibidos.
En cuanto al tratamiento de la depresión postparto lo central es la psicoterapia, donde una de las cosas fundamentales es desarrollar una relación de confianza con el terapeuta, más allá de una terapia específica. Es en este espacio donde la mujer podrá elaborar con la ayuda de un profesional, su experiencia y conflictos presentes y pasados. Uno de los elementos importantes a abordar es la culpa que sentirá la mujer con depresión postparto, en relación a sus sensaciones y pensamientos respecto de su hijo.
Para casos más graves será útil la farmacoterapia u otras intervenciones, por ejemplo grupos de apoyo. Hay una variedad de posibilidades para una mujer con depresión postparto, y será función del terapeuta ir viendo con cada paciente que es lo mejor en cada persona y situación. En caso de decidirse por la opción de tomar fármacos, porque el riesgo-beneficio así lo señala, hay varias opciones, incluso fármacos que permiten proseguir con la lactancia, aunque esto es algo que se verá caso a caso.
Como en toda farmacoterapia hay riesgos, pero hay que considerar que no tratar la depresión también conlleva riesgos, para la madre, y el niño. En este sentido se ha relacionado la depresión postparto con alteraciones en el apego, en la díada madre-hijo, y también en la conducta infantil: aumento de la ansiedad infantil y alteraciones en el desarrollo conductual y cognitivo del niño.
Es esencial para el desarrollo de este nuevo individuo el tener un ambiente que responda a sus necesidades, que al principio son totalmente dependientes de la madre. La madre tendrá que estar atenta a su bebé, reconocerlo, apaciguarlo y contenerlo, además de alimentarlo y limpiarlo. A la madre deprimida se le dificultará notablemente responder a los requerimientos de su nuevo rol de madre, y es bueno saber que esta situación puede sanar con la ayuda profesional indicada.
Autores consultados:
Dr. Enrique Jadresic
Ps. Laura Gutman
Ps. D Winnicott.
Mariana Hepp Castillo
Psiquiatra en formación Universidad de Chile
Centro Clínico y de Investigación Templanza
12 de enero de 2009
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